Ocurrió en una de las sesiones de entrenamiento para la primera prueba de la temporada de Fórmula 2 europea en Diciembre de 1968.
Jean Pierre Beltoise esperaba que su auto estuviera en condiciones para salir a rodar.
Un grupo de curiosos lo rodeaba y le daba charla para ir matando el tiempo.
“¿Cuáles son sus mejores pilotos? “ - preguntó sorpresivamente el francés - .
Hubo algunos cabildeos, hasta que se llegaron a concretar dos nombres: Pairetti y Copello.
Beltoise volvió al ataque e inquirió sobre la edad de ambos.
El corrillo le respondió.
“No están en edad para correr en F2” - sentenció el campeón al oír las cifras- .
Alguien entonces propuso otro nombre a modo de excusa: “también tenemos a Reutemann” .
En ese preciso instante, quiso el destino que el santafecino pasara frente al box de Matra, rumbo a la horquilla.
Iba muy concentrado en sí mismo y no llegó a escuchar.
“Es ese que va ahí” -le indicaron a Beltoise- “tiene veintiséis años de edad”.
La ronda de nombres y opiniones siguió, sin que Beltoise le prestara mayor atención.
Se había encaramado en la baranda y observaba con detenimiento la trayectoria que seguía Reutemann.
Intrigado, por fin preguntó: “ A dónde va ? ” . “ A revisar el circuito a pie; lo hace siempre antes de cada carrera” - le respondieron .
Beltoise bajó de un salto y llamó a su coequiper Pescarolo.
Sus palabras fueron éstas: “ Henri, ahí hay un argentino que conoce bien el circuito, y sin embargo lo está recorriendo a pie. Vamos…………”
Disimuladamente ambos se dirigieron hacia la horquilla detrás del joven santafecino, pero antes, Beltoise se dio vuelta e interrogó: “¿Cómo me dijo que se llamaba?” .