FECHA: 17-10-1981 - POSICIÓN: 8 -
CATEGORÍA: FORMULA 1
La caravana avanza silenciosa, Reutemann, al frente, con su bolso colgado del hombro derecho. Atrás lo seguimos todos: Alfredo Parga, de La Nación; el pibe Chiclana, de Clarín; Felipe Mc Cough, de Carburando... Nadie habla. "Lole" intenta recuperar con estertores su respiración. Alfredo Parga llora. Subimos los escalones que nos introducirán en el Caesars Palace. Pienso: pobre, cómo debe sufrir. Carlos se mira las manos. Están llagadas. Me mira y me dice: "Cambiame el bolso de lugar". Y a nadie le responde: No pude hacer nada. nada. Me dejo nocaut". —¿Qué? —La caja, la caja, era como si tuviera las manos dentro del cuerpo. No podía cambiar. La caravana se detiene junto a los ascensores. Reutemann dice a ese grupo de desilusionados: "Muchachos, ahora no. Esperen un rato". Lo miro a Parga que aparta sus últimas lágrimas. Y yo, como un tonto, también me pongo a llorar. Reutemann sube a su piso. Mimicha lo espera. Grajales, su médico y amigo lo acompaña. Al hall ingresa un grupo de brasileños. "Viva Piquet. Viva Brasil", es su grito. Entonces me acuerdo que allí afuera, hubo una carrera y que a este hombre al que todos seguimos desde el circuito, se le acaban de escapar diecisiete años de su vida deportiva en las astillas de unos engranajes.
Alan Jones ganador de la carrera. Piquet, quinto y campeón. Reutemann, octavo sin poder defenderse. Cómo es posible que el hombre a quien nadie pudo acercarse en las pruebas clasificatorias haya caído tan bajo, inexplicablemente. Bueno, no tanto.
Tras los ensayos del miércoles , Reutemann determinó que su mejor chasis era el número 12, y con él señaló la pole position el jueves. Registró 1m17s821/1000 dejando atrás por cuatro décimas a Jones. Piquet aparecía a más de un segundo y el panorama para la carrera no podía ser mejor. Esa tarde, mientras descansaba en la sala de relax del complejo deportivo y de masajes del Caesars Palace, Reutemann estaba satisfecho: fue una vuelta como aquella de Monza. Difícil, muy jugado. "Creo que la diferencia está en dos curvas que yo tomo en cuarta a fondo y Alan las toma en tercera". Jamás lo había visto tan tranquilo y confiado como cuando nos contaba su experiencia a Constancio Vigil, nuestro director ejecutivo, a Peter Windsor y a mí en la bucólica paz de ese camarín. Tampoco tuvo pánico cuando entró, algo contrariado, a los pits el viernes a la mañana: estaba en una vuelta muy rápida, quizás igual o superior a la del jueves e intentó pasar a Nelson Piquet que marchaba lentamente en la curva once. Hubo un toque y allí quedó definitivamente herido el fiel chasis 12 "El que más me satisfacía", diría Reutemann luego, uno se pregunta: ¿Por qué tomar ese riesgo de pasarlo ajustadamente a Nelson? Reutemann estaba con todas las luces prendidas y sabía que podía andar más rápido. El día anterior, en el caravan, luego de hacer la pote position,nadie lo felicitó o le preguntó que le había hecho al auto. ¿Irritado quizás ante esa indiferencia? ¿Dispuesto a sacarle aún un segundo a Jones? Sólo él tiene la respuesta, pero la imposibilidad de utilizar el chasis 12 para correr lo dejó sin opciones cuando el 15 se mostró totalmente indócil el domingo a la mañana.
Cuando "Lole" se alineó en la grulla ya sabía que tendría problemas. Era tarde para cualquier intento. Habría que pelear como mejor se pudiera para salir del pozo. Bastaría la potencia del motor 351 —uno de los mejores de Williams—para superar el mal trance. Sería inalcanzable Jones, quien largaba con el motor 360.
Ya en el arranque, lo confirmó Reutemann después de la carrera, comenzaron los problemas. En la primera curva dobló quinto al no poder meter debidamente los cambios. Mientras Jones se escapaba perseguido primero por Gilles Villeneuve y enseguida por Alain Prost (con neumáticos de clasificación que lo obligarían a parar). Reutemann comenzó a luchar con sus problemas de tenida, originados quizás en la combinación de tres neumáticos duros y uno superduro no debidamente rodados, poner los cambios resultó un suplicio al "morirse" el motor en las curvas. Llegó a estar séptimo en la tercera vuelta aguantando a Nelson Piquet. El duelo con el brasileño fue a muerte. Nelson lo atacó pretendiendo pasarlo por cualquier resquicio sin lograrlo. Cuando se agravó el problema en los rebajes y al saltarle los cambios, cedió Reutemann.
Nelson Piquet, a pesar de estar cada vez más agotado, comenzó asi en la vuelta 17 la escalada que lo llevaría al título. Soportando también inconvenientes en sus neumáticos. Los problemas del argentino se agravan en el giro 15, cuando de girar en el orden de 1m23s comienza a hacer un segundo y medio más lento
Aqui hubo muchos que se equivocaron. No sólo la gente de Williams, declaró luego de la carrera Pierre Blanchet, de Michelín. Y tenía razón. Laffite condujo un chasis indócil durante las prácticas y debió partir desde la mitad del peloton en busca del segundo puesto o la victoria que le podían dar el campeonato. Por eso se jugó poniendo neumáticos muy blandos y la jugada le salió mal. Pudo colocarse segundo en la vuelta 32 al detenerse Prost para renovar caucho, pero la alegría le duró poco. Sólo hasta la vuelta 45 cuando el mismo francés lo volvió a pasar recuperando posiciones. El golpe de gracia sobrevino cuando sus neumáticos dijeron no va más. Y pensar que diez vueltas antes tenía posibilidades de ser campeón simplemente porque Prost avanzaba ya sobre Piquet, mientras Mansell y Giacomelli —que giraban mucho más rápido que Reutemann— se acercaban amenazantes a la colocación del brasileño. Piquet se debatía con todas sus escasas fuerzas con un auto poco gobernable, pero ya tenía diecisiete segundos de ventaja sobre Reutemann. Un piloto al borde del nocaut y con gomas sin adherencia estaba ganando el campeonato mundial más que por su propia voluntad por los errores de la escudería rival.
La exclusión de Villeneuve de la carrera por adelantarse en la largada y la espectacular piña de Patrick Tambay en la curva más veloz del circuito carecieron de importancia. Nigel Mansell primero y Giacomelli —en gran actuación— después,. además de Laffite y Watson, superaron sucesivamente a Reutemann, quien con las manos ampolladas y doloridas, luchaba contra la caja de cambios del Williams. Patrick Head afirmó ante algunos periodistas apenas concluida la carrera que la caja de Reutemann estaba en perfectas condiciones. Alan Jones, el justo vencedor por una conducción exacta y agresiva, demostró una vez más que sólo puede manejarse con integridad y habilidad dentro del habitáculo de un auto de carrera. A un grupo de periodistas italianos les declaró: "Fue maravilloso sacarle una vuelta a Carlos. Ahora quedó demostrado que Reutemann sólo puede correr en un concurso de Miss Argentina".
Sus dardos llevaban una carga estrictamente personal. Pero en otra conferencia de prensa lanzó otra generalización más imprudente aún: "Yo volvería a correr, pero sólo si Williams me exime de participar en el Gran Premio de la Argentina". Es posible que el entusiasmo de los hinchas argentinos haya provocado después de la carrera de Brasil una reacción, justificada en ese momento, adversa hacia el ex campeón del mundo. Pero su reacción a través del año, y que llegó a su punto máximo en Las Vegas,lo empequeñece como persona al tiempo que agranda la figura de su compañero de equipo, que pudo disputar el campeonato del mundo hasta sus últimas instancias, a pesar de los escollos. Un piloto número dos que, como en la pista, demostró además ser número uno, ya sea en la victoria como en la derrota.
Por ORLANDO RIOS
Revista EL GRÁFICO
Orden de largada:
1. Carlos Reutemann Williams-Ford FW07C 1:17.821 (168.849 km/h) 2. Alan Jones Williams-Ford FW07C - 0.174 3. Gilles Villeneuve Ferrari 126CK - 0.239 4. Nelson Piquet Brabham-Ford BT49C - 0.340 5. Alain Prost Renault RE30 - 0.612 6. John Watson McLaren-Ford MP4 - 0.796 7. Patrick Tambay Talbot-Matra JS17 - 0.860 8. Bruno Giacomelli Alfa Romeo 179C - 0.971 9. Nigel Mansell Lotus-Ford 87 - 1.223 10. Mario Andretti Alfa Romeo 179D - 1.247 11. Riccardo Patrese Arrows-Ford A3 - 1.331 12. Jacques Laffite Talbot-Matra JS17 - 1.346 13. René Arnoux Renault RE30 - 1.376 14. Andrea de Cesaris McLaren-Ford MP4 - 1.396 15. Elio de Angelis Lotus-Ford 87 - 1.741 16. Hector Rebaque Brabham-Ford BT49C - 1.750 17. Michele Alboreto Tyrrell-Ford 011 - 1.953 18. Didier Pironi Ferrari 126CK - 2.078 19. Eddie Cheever Tyrrell-Ford 011 - 2.654 20. Keke Rosberg Fittipaldi-Ford F8C - 2.908 21. Jean-Pierre Jarier Osella-Ford FA1C - 2.960 22. Derek Warwick Toleman-Hart TG181 - 3.473 23. Marc Surer Theodore-Ford TY01 - 3.609 24. Eliseo Salazar Ensign-Ford N180B - 3.808 no clasificaron: 25. Slim Borgudd ATS-Ford HGS1 - 3.844 26. Chico Serra Fittipaldi-Ford F8C - 3.851 27. Derek Daly March-Ford 811 - 4.003 28. Jacques Villeneuve Arrows-Ford A3 - 5.001 29. Brian Henton Toleman-Hart TG181 - 5.139 30. Beppe Gabbiani Osella-Ford FA1B - 8.813
Posiciones finales:
1. Alan Jones Williams-Ford FW07C 1:44:09.077 (157.703 km/h) 2. Alain Prost Renault RE30 - 20.048 3. Bruno Giacomelli Alfa Romeo 179C - 20.428 4. Nigel Mansell Lotus-Ford 87 - 47.473 5. Nelson Piquet Brabham-Ford BT49C - 1:16.438 6. Jacques Laffite Talbot-Matra JS17 - 1:18.175 7. John Watson McLaren-Ford MP4 - 1:18.497 8. Carlos Reutemann Williams-Ford FW07C - 1 vuelta 9. Didier Pironi Ferrari 126CK - 2 vueltas 10. Keke Rosberg Fittipaldi-Ford F8C - 2 vueltas 11. Riccardo Patrese Arrows-Ford A3 - 4 vueltas 12. Andrea de Cesaris McLaren-Ford MP4 - 6 vueltas Record de vuelta: Didier Pironi, 1:20.156 (163.930 km/h en la vuelta 49) abandonaron Michele Alboreto Tyrrell-Ford 011 - 8 vueltas (motor) Eliseo Salazar Ensign-Ford N180B - 14 vueltas Derek Warwick Toleman-Hart TG181 - 33 vueltas (caja) Mario Andretti Alfa Romeo 179D - 46 vueltas (suspención trasera/Accidente) Gilles Villeneuve Ferrari 126CK - 53 vueltas(Desclasificado, largo en lugar incorrecto) Hector Rebaque Brabham-Ford BT49C - 55 vueltas (acelerador/trompo) Marc Surer Theodore-Ford TY01 - 56 vueltas (suspención trasera) René Arnoux Renault RE30 - 65 vueltas (Electricidad) Eddie Cheever Tyrrell-Ford 011 - 65 vueltas (motor) Patrick Tambay Talbot-Matra JS17 - 73 vueltas (Accidente) Elio de Angelis Lotus-Ford 87 - 73 vueltas (pérdida de agua) Jean-Pierre Jarier Osella-Ford FA1C - 75 vueltas (Transmición)
El dolor y la grandeza de un hombre
Se bajó del auto tambaleando. Lentamente se quitó el casco y la capucha antiflama. Volvió a vacilar. Se inclinó y buscó aire en un ejercicio yoga. ¿Cuánto estuvo así? ¿Un minuto? ¿Dos? Me pareció una ceremonia eterna rodeada de la más extremada unción. Nadie de los que estábamos ahí se animó a acercarse. Cuando se reincorporó vi en él una mirada que no olvidaré mientras viva. Me cuesta hablar de dolor, de frustración. Porque acaso ni uno ni otro término alcancen a reflejar la realidad de esa sensación lacerante. Veo a un hombre de casi cuarenta años al que acaban de arrebatarle el sueño más grande de su existencia. Guardó el casco en su bolso y emprendió por última vez el camino hacia su habitación del Caesars Palace. Lo siguió un grupo de argentinos. Algunos eran periodistas, otros, simples espectadores de la carrera. Un arrebatado quiso colgarle una bandera en sus espaldas. Carlos caminaba ahora con paso firme. Dejó el circuito y entró al patio romano que rodea la fastuosa pileta del Caesars. Desde el cortejo partieron preguntas. "¿Qué?". "¿Cómo?". -¿Por qué?". Ninguna tuvo respuesta. Las manos de Carlos temblaban, trataba de crisparlas. Pero no era un acto de furia. "Las tiene llagadas", me dijo el doctor Rafael Grajales, su médico personal, quien un minuto antes había salido a su encuentro para acompañarlo. De pronto Reutemann se detuvo y enfrentó a sus inquisidores. ''Muchachos, ahora no. esperen un rato". Apenas cinco palabras. Era un ruego digno. El hombre vencido había reaccionado. Ese marco frívolo, tan cercano en geografía pero tan distante de lo que había sido hasta hace unos minutos su marco natural, acaso obró como una panacea. Se irguió aún más. Escondió el dolor en lo más íntimo de su alma y esbozó una sonrisa para algunos conocidos que adoraban el sol de Las Vegas. Fue un gesto simple. Pero me Ilegó-como-un supremo esfuerzo de grandeza. Carlos no quería ni pedía lástima. Como en tantas otras derrotas de su carrera, y como en las grandes victorias, asomaba una vez más su introversión. Esta vez el dolor lo dominaba. Pero ahí estaba, enhiesto, asumiendo únicamente para sí "el día más triste de mi vida". El ascensor de la torre norte del Caesars lo llevó a su habitación, la 5202. La puerta se cerró como un capítulo. Y yo guardo otros, también elaborados en esta ciudad. Reutemann será siempre el protagonista.
El azar y la realidad
Es otro mundo. Y sin embargo es un invento de hombres que habitan este mismo planeta. Todo parece dominado por el azar hasta la voluntad (¿no es verdad, Carlos?). Será por eso que aquí en Las Vegas el juego no se detiene nunca. Si hasta la señora tentación abre sus brazos en el acto del desayuno. En el "Orleans Coffe House", uno de los seis restaurantes del MGM Grand Hotel, la camarera me sirve un café con tostadas, y detrás de ella viene otra ofreciendo una boleta para jugar al Keno, una especie de quiniela que permite ganar 50.000 dólares apostando sólo cinco. Hay que elegir diez números, entre el uno y el ochenta, y tienen que salir todos. No es fácil, claro. En la libreta de apuntes encuentro una frase que me hace sonreír: "Para ganar el título hay que vivir en estado de gracia". Para el Keno —pienso— debe ser lo mismo: con esos cinco dólares hay que entregar el alma a la divina fortuna. Me sumerjo en la realidad. Es hora de completar la idea: usted sabe a quién pertenece. —Para ganar este titulo hay que vivir en estado de gracia. Acertar la largada, no cometer errores en la carrera, esperar que el auto sea confiable como uno supone, salvarse de las macanas que puedan cometer los demás. ¡Sabés todo lo que se tiene que juntar! A veces una vida depende de un simple tornillo que se manda a mudar en el momento más indeseable. Los apuntes me ayudan. Saben recomponer lo que fue una sucesión de preguntas y respuestas en distintos momentos de una semana que para Carlos tenía un horizonte feliz. Sábado 17 de octubre, el Grand Prix del Caesars Palace espera su hora. El hombre a quien perseguí también aguarda la instancia suprema de su vida deportiva. El hombre, sí. ¿Pude en algún instante separarlo de su buzo antiflama? No sé, al menos lo intenté, cuando el drama ni siquiera era una pesadilla. —Carlos, ¿vos entendés a los argentinos? ¿A los que están esperando que ganes el campeonato? —Creo que sí. Sé qué le pasa a la gente, qué siente. Pero me parece que ellos no me comprenden a mí. El mundo de las carreras es distinto al del fútbol, para darte el ejemplo clásico. El fútbol se puede explicar en forma más sencilla. Los autos son otra cosa. Hay miles de cosas que influyen. Es como una ciencia: dos doctores hablan entre ellos y están cómodos. Después, decírselo a la gente es más difícil. . —El domingo, un día después de la carrera, te volvés a Cap Ferrat. Vamos a suponer que cuando bajen la bandera a cuadros vos sos el nuevo campeón del mundo de Fórmula 1. ¿No pensás en el recibimiento? ¿En los festejos? Mirá. . . Hace diez años que vivo fuera de la Argentina. Lo que también es un decir porque voy y vengo continuamente. Entonces mi actitud no tiene que llamarle la atención a nadie. Si se me da, bueno, me voy a festejar primero con mis hijas. con mi mujer. Es lo menos que puedo hacer después de tantos años. Las chicas tienen un padre que se pasó la vida viajando de un circuito a otro. Es justo que piense primero en ellas. —¿Tus hijas no entenderían por qué, en el supuesto caso, su padre fue primero a Buenos Aires? —No sé. . . Lo único que puedo decirte es que la mayor, Cora Inés, que tiene 12 años, sufrió mucho en estos últimos tiempos. Yo sé que tiene escondidos recortes de diarios y revistas argentinas que hablan de las victorias y fracasos de su padre. Ella también es hincha del Lole, y para mí es la primera. —Carlos, ¿alguna vez pensaste que podías ser el Fangio de estos años? —¿Vos estás loco. . .? —Dejame replantear el tema, después la pregunta. Fangio fue cosa de hombres y muchachos. A vos, en cambio, la televisión te hizo ídolo de la familia. Hay mujeres que cocinan viendo tus carreras. Hay una generación de pibes argentinos que los domingos tomaron sus mamaderas escuchando la palabra Reutemann. Esta gente es la tuya, y vos te vas a Cap Ferrat. ¿No es injusto? —Yo los entiendo a todos, como te decía antes. Pero también quiero que me comprendan a mí. ¿Sabés que es lo único importante? Que dentro de diez años se va a decir que Reutemann fue campeón o no en 1981. Y nadie va a re cordar que me volví a Cap Ferrat. Este asunto de la fama y la popularidad, ahora, que voy a cumplir 40 años, ya lo asumí definitivamente. Soy como soy y no puedo ni quiero cambiar. Esto por ahí suena medio antipático. Pero no me gustan las relaciones públicas y todas esas cosas que distorsionan la verdadera imagen de uno. —¿Vos tenés mala suerte? —Eso no existe en automovilismo. Es una ciencia, ya te lo dije: dos más dos son cuatro, lo demás son pavadas.
Más grande que nunca
Lo vi la tarde que obtuvo la pole position. El gesto duro en los boxes. La concentración en el trabajo como si nada exterior le importara. Un santafesino como él, de Oliveros (un pueblo que dista a 80 kilómetros de Santa Fe), le gritó en la cara: "Lole, te quiero como a mis viejos". Reutemann no lo escuchó: tenía su vista clavada en el neumático izquierdo, como si quisiera perforarlo para sacarle el último secreto. Lo vi en el gimnasio del Caesars, mientras Bill Bryant lo masajeaba, aceptando apenas con los hombros los buenos deseos de un hombre por cuyas manos han pasado los apellidos más famosos del mundo: Onassis y Sinatra, John Kennedy y Richard Burton, Kissinger y Maurice Chevallier. Lo vi en el camarín del Circus Maximus, conversando con Tom Jones, luego de que éste le dedicara su show. Lo vi paseando con su mujer, Mimicha, por las galerías del Caesars. Lo vi... Pero me quedo con esa imagen del sábado 17 de octubre, cuando bajó del auto y encontré una mirada que jamás olvidaré. Y con esos diez minutos posteriores de su vida en que fue recomponiendo poco a poco su actitud, hasta tornarse casi soberbia cuando cruzó el patio romano. En ese momento lo vi más grande que nunca. Ahora entiendo lo que me contó el doctor Rafael Grajales. "Me asombró su tranquilidad el día que nos vimos por primera vez en Las Vegas. La prueba la tuve cuando le comenté que Nelson Piquet no andaba bien físicamente: 'Rafael, yo no me puedo fiar de las ventajas que puede dar Nelson, para mí es como si estuviese afilado como una navaja; yo tengo que pensar únicamente en lo mío: a Reutemann lo salva únicamente Reutemann'. .." El sábado, una hora después de su derrota, bajó y enfrentó a todo el periodismo. El domingo, sin llevarse una sola voz de consuelo de nadie del equipo, se fue a Cap Ferrat, a encontrarse con sus hijas. Ellas lo vieron campeón del mundo..
Por NATALIO GORIN
Revista EL GRÁFICO
SABADO 17 DE OCTUBRE, 16 HORAS. UNA CHARLA MANO A MANO CON LOS PERIODISTAS ARGENTINOS EN SU HABITACION DEL CAESARS PALACE. REUTEMANN Y UNA FRASE QUE NOS AFECTO A TODOS:
Se bajó del auto. Había en su rostro gestos de fatiga, casi de dolor. Una vez que pisó con sus pies la pista, levantó sus dos bolsos y se encaminó hacia su habitación, distante unos doscientos metros del circuito atravesando las canchas de tenis y la piscina. Entró al hotel por el lado opuesto al casino seguido por el doctor Grajales. Esperó unos instantes el ascensor de la torre norte y él mismo oprimió el botón número cinco. En silencio caminó los cuarenta metros que unen el ascensor con su habitación. Abajo habían quedado los enviados especiales argentinos a quienes Reutemann les prometió el diálogo cuarenta y cinco minutos después. Entró en su habitación y allí estaban cuatro personas: su esposa, dos amigas de ésta y el Director Ejec-tivo de EL GRAFICO, Constancio C. Vigil. Reutemann pidió a los visitantes que se retiraran y quedó en su cuarto con Mimicha y el doctor Grajales. Dejó caer su cuerpo en un sillón y por quince minutos meditó. No hubo una sola lágrima, pero si una profunda angustia. Su esposa apeló, con firmeza y solidaridad, a las mejores palabras de consuelo. Reutemann, después del primer dolor, se bañó y se cambió y tomó más de dos litros de agua mineral sin gas. Había prometido bajar a las 16. Quince minutos después, Constancio C. Vigil golpeó su puerta y sugirió que en lugar de bajar a dar la conferencia de prensa, permitiera que los periodistas subieran a su cuarto para lograr un mejor clima. Reutemann aceptó pidiéndole a Constancio C. Vigil que por favor le organizara y condujera la conferencia de prensa. Vigil bajó, llamó a los periodistas y en un ámbito de respeto y sinceridad se inició la rueda de prensa. —Carlos, ¿qué pasó? ¿Cómo es posible que con el auto con el que fácilmente fuiste quinto en los ensayos 'con tanques llenos, hayas tenido tantos problemas en carrera? —Bueno..., mi idea era correr con el chasis 12 que fue el que me permitió hacer la pole position, pero tras el toque con Piquet, ayer, lo descartamos porque no volvió a andar bien luego de ser reparado. Esta mañana se hicieron las pruebas con tanques llenos. Elegimos poner en mi chasis, el número 17, gomas doble A, las más duras, en todas las ruedas, menos la trasera derecha. En ésta pusimos triple A, más dura aún ya que en el coche de Alan, la doble A, había registrado una temperatura de 280 grados Fahrenheit y de 250 en el mío, lo cual era demasiado. Cuando fui a la largada noté un gran endurecimiento de la caja al poner segunda y tercera. Cantaban muchísimo y tenía una notable tendencia a irse de trompa en las curvas a la derecha y lo mismo, pero de cola. en las curvas a la izquierda. En la línea de partida, entonces. medimos todo. nos fijamos si las plataformas de los espirales estaban en el lugar correspondiente porque se ha dado el caso de que quedan descolocados y se producen lo que nosotros llamamos "peso cruzado", que da inestabilidad.. Recontrarevisamos y no encontramos nada. Me dijeron que todo estaba al pelo. —¿Y qué pasó en la largada? —La largada no fue muy buena..., los cambios no entraban. yo creo que como mínimo debo haber errado los cambios tres o cuatro veces. Para entrar a las curvas veloces a la izquierda debía hacer tremendos esfuerzos. Todos ustedes lo habrán visto... —¿Tuvieron mucho que ver en eso las gomas? —Ese juego de triple A que pusimos en la rueda trasera derecha, perteneciente al juego 22, tenía solamente seis vueltas. Ni me explico qué puede haber pasado pero hay mucho misterio con los juegos de gomas. Algunos andan y otros no. En la línea de largada pensamos en cambiar, poner una triple A trasera derecha de otro juego pero no había dentro del mismo diámetro. Las que había eran nuevas y entonces no valía la pena arriesgar. —¿Qué se hizo en el auto luego de los entrenamientos de tanques llenos? —Bueno, se desarmó la caja, se controlaron los separadores que nos han dardo muchos problemas durante el año y luego probamos endurecer los amortiguadores delanteros porque tenían muchos fondeos de suspensión. —¿El cambio de los separadores puede haber traído problemas? —Sólo sé que erré cambios como loco. Las.marchas entraban y salían y salían y entraban... —¿Por qué elegiste el lado de afuera para largar? —Porque había mucha goma allí y podía traccionar mejor. Eso no era un riesgo para mí. —¿Es posible concebir que en el auto de un piloto que esta disputando el campeonato del mundo haya tantos problemas? —¿Qué es lo que quieren decir con esa pregunta? (Entonces 'Carlos se tiró hacia atrás, se refregó el cuello e hizo un profundo silencio) —Carlos, la gente quiere saber por qué existieron tantas diferencias finalmente entre un auto y otro y por qué el equipo festejó la victoria de Jones como si le importara más haber ganado la carrera que haber perdido el titulo . —Bueno, es indiscutible que el equipo trabajo todo el año para Alan Jones. Eso no es nuevo. Está escrito en el contrato, él es el piloto uno y yo el dos. Pero a través del año se han producido algunas cosas notables. Después que consigo los seis puntos en Inglaterra me voy para la Argentina y a los tres días llega la noticia de que Alan Jones había vuelto a firmar para Williams. Después se produce lo de Alemania. Yo considero que la ventaja que tenía allí era por demás exhorbitante como para despreciarla. Creo que en el fondo Williams pensó que Jones, luego de perder en Bélgica, España y Montecarlo, igual tenía posibilidades y había que apuntalarlo. —¿Pero. el trato hacia tu persona en el equipo fue cambiando durante el año? —El trato hacia mí en el equipo fue el mismo durante todo el año. 'No varió en nada. Incluso en esta carrera, después del primer día de clasificación, luego de haber hecho 1m17s8/100, estuve en el caravan casi 2 minutos sin que nadie me pregunte nada. Hubo un momento en ese "debriefing" en el que tuve ganas de agarrar el bolso y volver a mi habitación. En cuanto a elementos técnicos eso es relativo porque, por ejemplo, hoy tuve un motor muy bueno, teóricamente como el de Alemania, las cajas son iguales, los mecánicos ponen el mismo esfuerzo en uno o en el otro, pero yo considero que el "feeling" del equipo hacia mi persona es negativo, fue negativo... No hay nada que hacerle, eso es indiscutible. • —¿El "fue negativo" quiere decir que no estás mas en el equipo Williams? —No. Eso no lo podemos saber...,pero considero que una chance así para ganar el campeonato del mundo, a mi edad, no se vuelve a dar. --¿A qué se debe una situación así en el equipo Williams? —En el equipo estamos dos pilotos totalmente diferentes. Con personalidades opuestas. E inclusive yo no tengo ninguna forma de encajar con la parte técnica. No hay manera en la que podamos congeniar porque ellos no se quedan satisfechos con la manera en que yo encaro el tema de la puesta a punto. Hay formas y formas de trabajar. A mí jamás me gustó, por ejemplo, trabajar con dos autos. El auto de reserva nunca me llenó, porque los neumáticos complican todo el panorama y yo prefiero estar seguro de las cosas.
Cómo se siente Reutemann
Alguna reflexión sobre estos primeros momentos luego de la derrota? —Todo esto es claro como el agua. Se reduce al hombre que pierde o al hombre que gana. Todo lo que se habla después no sirve. No sé realmente todavía cómo me siento; en los próximos días me voy a ir dando cuenta de la situación. Ustedes saben que yo hice mucho esfuerzo para llegar a esta instancia. Y hoy, aquel muchacho que en el año '74 me ayudó a limpiar llantas en Brasilia es campeón del mundo. —¿Cómo te afectan este tipo de cosas?
—Pónganse en mi lugar. Este hombre punteó el campeonato desde las dos de la tarde del 12 de abril hasta las tres de la tarde del 17 de octubre. Son 185 días y hoy el regalito se lo lleva otro. Más de lo que hice este año para ganar el campeonato no se puede hacer. Todo el esfuerzo que puse desde el primero de enero con preparación física, cuidándome como un boxeador. Por diez meses. Para poder llevarme una bolsa. Y no pudo ser... —¿Qué cosas están pendientes con el equipo Williams? —Yo pienso que Williams va a esperar el magico retorno de Alan Jones al equipo. Quizás se le dé. También sé que Williams se ha puesto en contacto con la mitad de los muchachos que corren en la Fórmula uno, inclusive con Lauda, para tratar de armar un buen equipo. —¿Vos te quedarías en el equipo aún estando Jones? —Estando Jones no. —¿Alternativas? —Alternativas tengo varias. —¿Ya estás cansado de todo este ambiente, del "circo" de la Fórmula uno? —No, porque llega un momento en que estoy tan concentrado con mi trabajo que es como si ese ambiente no existiera para mí. Si hoy me preguntan qué había más allá de donde estaba el equipo Brabham no podría responder, ni me importa. —¿Te ha desilusionado Frank Williams? —Yo pienso que Frank tiene un gran respeto por mí como piloto. ¿No es cierto? El hecho de donde había llegado yo este año lo demuestra. Pero él también tiene sus dudas. Y Frank, en los momentos de grandes decisiones no cuenta... —¿Se debe ello a que los que tienen en su poder las áreas técnicas del equipo tienen demasiada influencia? —Tienen mucha influencia. —¿Caso Patrick Head? —Bueno...,él es de la parte técnica y es una persona muy inteligente, muy astuta... —Y con Jones, ¿también es lo mismo? Es decir, utilizando un argentinismo: ¿no te venden nada cambiado? —Bueno, sí, hubo algunas falta envido con un cuatro de copas (risas generales). Yo diría que hasta Alemania. Pero después parece que intentaban ver qué pasaba y una vez más y otra vez más... —Hoy ganó Jones, pero, ¿te parece que no le afecta al equipo el hecho de no tener un campeonato mundial también por intermedio de su piloto? ¿No es eso mejor? —No sé hasta qué punto lo debe sentir...
El futuro inmediato
Qué vas a hacer en 1982? —Hoy es 17 de octubre, para el '82 falta mucho. —¿Podemos descartar tu retiro ahora? —¿Retirarme de las carreras? Bueno, depende de cómo reaccione en las próximas dos o tres semanas. En este momento no se puede excluir esa posibilidad. —Carlos, hoy 26 millones de argentinos te vieron por televisión. ¿Qué les decis a los argentinos en estos momentos? —Les quiero decir que he recibido telegramas y mensajes deséandome lo mejor ya sea en la victoria o en la derrota. O sea, alentándome. Al porcentaje de argentinos que han sufrido con lo que yo he hecho les digo que estoy eternamente agradecido. Al resto, les digo que los respeto, a los "anti-Lole" los respecto, pueden pensar como se les dé la gana.Pero hay que estar muy atentos. Ellos van por la otra vereda. Yo algún día voy a volver a vivir en la Argentina. Entonces, que esos sigan por su vereda y yo por la otra. Considero que es lógico que haya gente que esté en desacuerdo con lo que hago, con como soy, con esto o con lo otro... Porque no me río o porque me río, porque me juego o porque no me juego. Con eso no tengo problemas. Pero que ellos vayan por su camino y yo por el mío... —¿Es el día más triste de tu vida? —Yo tengo la suerte que mis padres todavía viven, que mis hijas viven... y no sé lo que se debe sentir al perder un familiar directo. Pero por lo demás... el día de hoy es muy triste... Estas últimas palabras le salieron lentamente, roncas, con gran esfuerzo. Se le notaba a punto de llorar. Estaba verdaderamente emocionado. Los que lo acompañábamos también... Un cerrado aplauso lo saludó. Carlos se levantó y se dirigió a su pieza, a aprender a vivir con esta reciente desilusión,pero dejando dignidad y valentía. También atributos de un campeón.
Revista EL GRÁFICO
Las Vegas
La carrera se disputaba en el área de estacionamiento del hotel Caesars Palace y, para un circuito no permanente, las instalaciones eran bastante elaboradas. Era lo suficientemente ancho para permitir adelantamientos, áreas de seguridad en arena y una superficie tan uniforme como el vidrio. Se corría en sentido contrario a las agujas del reloj.
Fue válida para el campeonato mundial de Fórmula 1 en 1981 y 1982, y para la Champ Car en 1983, 1984 y 2007.