
DETALLE DE LA CARRERA
El domingo, Quaglia y Pilotto, madrugaron. Apenas se abrieron los portones de acceso a los garajes, pusieron manos a la obra en el último toque al auto de Reutemann. Para el argentino era fundamental tomar la punta en la largada y, para asegurarse de lograrlo, le convenía contar con una primera más corta. Las demás relaciones habían probado, sin lugar a dudas, ser las correctas. Pese a lo ocurrido durante la clasificación, Rindt se mostraba seguro de sí mismo..., aunque tal vez en demasía. Minutos antes de partir, al pasar cerca de su camión oímos algo de una conversación que mantenía con un periodista inglés. "Apenas largue, tomo la punta y no me ven más", decía el austríaco. "Qué te parece Hahne", le preguntaba el corresponsal. "¿Y ése quién es?", fue la respuesta despectiva del ídolo de la categoría. Instalados en el punto más alto de la tribuna que bordea los mixtos, divisábamos todo el circuito con excepción de las dos rectas. ¿Lograría "Lole" adueñarse de la punta? A la una y media de la tarde, el director de la prueba bajó la bandera y las 25 máquinas partieron como un rebaño de bestias enloquecidas. Desde lo alto, alcanzamos a ver que un auto blanco emergía del pelotón y se cerraba sobre la cuerda del primer curvón. Segundos más tarde, "Lole" se perdía en la primera recta con cerca de una decena de metros de ventaja sobre sus rivales. Al cabo de un minuto de tensa espera, el ruido de los motores al acercarse nos anunció que el pelotón de punta estaba por zambullirse en los mixtos y, cuando lo hicieron, el Brabham blanco y amarillo seguía en punta, con Rindt a sus espaldas haciendo frenéticos esfuerzos por adelantarse. Fue ésa la única vez que vimos pasar al austríaco. En el curso de la ronda siguiente quedó a la vera del camino con un semieje roto, según declaraciones oficiales.. •, aunque nadie logró ver de cerca al Lotus número 1. A lo largo de los tres circuitos iniciales, el comando no cambió de dueño, pero pocos metros detrás del auto de "Lole" la pista parecía hervir mientras Hahne, Ernesto Brambilla, Fittipaldi, Birrel, Hart, Westbury y Quester se superaban alternativamente unos a otros, en un festival de "slipstreaming" (chupadas). Finalmente, Reutemann se vio envuelto en la danza: cuando las diferencias de tiempos de vuelta están dentro del orden de las décimas de segundo, resulta imposible resistir indefinidamente el avance de los que vienen "chupados". Hasta la sexta vuelta, el argentino siguió el juego, oscilando entre la primera y cuarta posición, pero en el giro siguiente, para nuestra gran desilusión, lo vimos pasar a un ritmo menos veloz y con la trompa del auto arrastrando. Después de terminar la carrera nos enteramos de lo que habla sucedido: en momentos en que avanzaba segundo, casi en una misma línea con Brambilla, el italiano lo encerró progresivamente al entrar en una curva, hasta rozarlo. Cuando lo vimos encarar la recta que lleva a boxes, nuestras esperanzas se centraron en Caldarella que, manejando con una prolijidad asombrosa, había ganado ya siete puestos desde la largada. Sin arriesgar en ningún momento, hacía lo posible por alcanzar al más rezagado de los seis autos de punta, para aprovechar él también la succión de los que lo precedían. Pero no todo estaba perdido para "Lole" como lo temimos en un principio. Los mecánicos fueron tan rápidos para arrancar la trompa dañada, que prácticamente el tiempo perdido en la operación fue el que implica detener el auto y volver a arrancar. En la vuelta siguiente, vimos aparecer detrás de Caldarella a un bólido con la nariz roma, y dos circuitos más tarde "Chiche" resignaba su séptimo puesto a manos de Reutemann, que entraba en las curvas como perseguido por todos los demonios.
ABANDONA CALDARELLA
Con los dos autos en la séptima y octava colocación y dos tercios de carrera por delante, empezamos a consolarnos del retraso sufrido por "Lole". pero, desgraciadamente, la decimoquinta fue la última vuelta para Caldarella. En el curso de su penúltimo circuito en carrera, "Chiche" notó que la visera de su casco enterizo se cubría de aceite hasta impedirle la visión. Corno la presión de aceite se mantenía normal, se arrancó el flexiglás aceitado y siguió adelante suponiendo que se debía nada más que al aceite arrojado por los autos que le precedían, pero cuando poco después vio hilitos de aceite abriéndose camino desde la trompa hacia el habitáculo impelidos por la inercia, empezó a temer lo peor. Justo al promediar la carrera, la aguja del manómetro se enloqueció y comenzó a saltar de un extremo al otro del cuadrante. No quedaba otra solución que parar. Cuando se revisó el auto en los boxes, después de la carrera, costó un buen rato descubrir en la parte inferior del radiador de aceite un orificio del diámetro de un lápiz. Una pequeña piedra habla sido esta vez la emisaria de la mala fortuna que parece perseguir a Caldarella, pero por lo menos había tenido la oportunidad de demostrar sus quilates. Abandonó luego de media carrera, ocupando el octavo puesto de una prueba que había largado en la décimocuarta posición de las 25 previstas por el reglamento. De allí en más, hubo dos shows electrizantes: Uno lo daban los seis punteros disputándose hasta el último centímetro y el otro "Lole" con un "solo de virtuoso". Frente a la pureza de estilo de este último se ponía aún más en evidencia la suciedad del primero. Brambilla nunca se destacó por su prolijidad en las pistas y es uno de esos pilotos que casi siempre se ve envuelto en situaciones no muy claras. Si a estos antecedentes se suma que sólo arriesgando mucho se puede compensar el hándicap que significa correr con su vetusto Ferrari frente a los monoplazas más modernos, es fácil imaginar las "maravillas" que se veía obligado a hacer para lograr por momentos la punta. En su descargo hay que reconocer que no llegó a adjudicarse el "cetro de los kamikazes", debido a Hahne, que en su desaforado afán por lucirse ante sus compatriotas, no paraba de meter la trompa de su auto en los lugares más imposibles,poniendo más de una vez al borde del fuera de pista a sus rivales. La única muestra de mesura dentro del grupo de punta la dio Fittipaldi, que al comprobar que los frenos traseros de su auto habían perdido efectividad, prefirió retroceder al quinto puesto antes que entrar en el juego de los "kamikazes". Para "Lole" la única posibilidad de ganar un puesto hubiera sido por deserción de alguno de los que lo precedían, porque a pesar de que vuelta tras vuelta descontaba algunas décimas de segundo, hubiera necesitado una carrera mucho más larga para salvar la distancia que lo separaba del brasileño. Cinco vueltas antes de completar el recorrido, Brambilla, que a la sazón comandaba el lote, hizo un espectacular trompo en la primera curva de los mixtos (según manifestó más tarde se debió a que el pedal del acelerador no volvía solo a su posición neutra, y tenía que levantarlo con la punta de su bota) y el público alemán dió una desagradable muestra de falta de espíritu deportivo al aplaudir el error del italiano, que permitió a Hahne tomar la punta. El incidente relegó a Brambilla a la quinta posición y Fittipaldi vio premiada su prudencia con el ascenso de un puesto en la clasificación. En las últimas vueltas fue Orlan Hart el que puso en apuros al piloto del BMW blanco, desplazándolo por momentos del comando. Fue recién en la recta final donde la marca de Baviera logró adjudicarse su primera victoria en la categoría, Hart cruzó la meta tres décimas de segundo más tarde, con Westbury a dos décimas detrás de él.
Fuente: Revista Automundo
DETALLE DE LA PISTA
Hockenheim

El circuito de Hockenheim o Hockenheimring es un autódromo localizado en las cercanías de Hockenheim, Alemania. Las principales carreras que ha albergado son el Gran Premio de Alemania de Fórmula 1, primero en 1970 y luego anualmente desde 1977 hasta 2008 (salvo en 1985 y 2007), acompañado primero por la Fórmula 3000 y luego por la GP2 Series; y el Gran Premio de Alemania del Campeonato Mundial de Motociclismo en numerosas ocasiones entre 1957 y 1994.
Hockenheimring se construyó en el año 1932, donde los fabricantes Mercedes-Benz y Auto Union probaron sus monoplazas de Gran Premio durante la dictadura de Adolf Hitler. A partir de 1957, el circuito comenzó a albergar el Gran Premio de Alemania de Motociclismo, alternando anualmente con Solitude y Nürburgring hasta 1994.
El trazado consistía en dos rectas unidas por un curvón oeste y una horquilla este, de 8 km de longitud. En 1966 se inauguró el Motodrom, un sector mixto donde se ubica la recta principal, que reemplazó a la vieja curva este y redujo la longitud a 6.789 metros. También se construyó un circuito corto, de 2.638 metros. Las dos rectas se dividieron a la mitad, al agregarse dos chicanes luego del choque fatal Jim Clark en 1968.
Debido a problemas de seguridad de Nürburgring, Hockenheimring albergó el Gran Premio de Alemania de Fórmula 1 en 1970, y luego de forma permanente a partir de 1976. En 1982, tras la muerte de Patrick Depailler, se incorporó una tercera chicanes antes del curvón oeste. Las chicanes se reconstruyeron en 1992, para enlentecer la pasada de los vehículos.
El trazado del circuito se destacaba por ser uno de los más largos de la temporada de Fórmula 1, con un sector rápido que constaba de cuatro rectas de aproximadamente un kilómetro, cortadas por tres chicanes lentas que permitían numerosos adelantamientos, que se recorría en un bosque. Este circuito presentaba un desafío importante a los técnicos a la hora de la puesta a punto de los autos para la carrera, puesto que se debe optar entre una configuración con alerones poco inclinados y suspensión dura para maximizar la velocidad final en las rectas, pero a la vez comprometía la adherencia del coche en la zona del Motordrom, o viceversa. Además, los motores padecían las largas rectas, causando una alta cantidad de abandonos.