FECHA: 27-06-1971 - POSICIÓN: 0 -
CATEGORÍA: Formula 2 europea
"Peterson está loco, loco": Francois Cevert, "Al rubio no lo aguanta nadie": Reine Wisell. Ambos tienen razón. A Ronnie Peterson, un sueco de 26 años, la revelación internacional 1971 no hay con qué darle en Fórmula 2. Y ya en Fórmula 1 está dispuesto a eclipsar viejos reinados de campeones mundiales y a discutir el pedestal de Jackie Stewart como el mejor volante del mundo,en Rouen ganó una competencia hecha a su medida sobre en circuito que requiere el coraje doblar a fondo a 250 km/h. y rebajar de quinta a primera cuidando el, miilímetro en el frenaje o mordiendo los neumáticos que limitan la chicana. Pero el mismo día, un argentino introvertido,que contiene la personalidad hasta arriba de su Brabham BT 30, fue cómodo escolta del ganador sobre el circuito de Les Essarts durante 9 vueltas. Una primera posición en el Campeonato Europeo de Conductores de Fórmula 2 parecía asegurada. Sin duda, las dos figuras del fin de semana fueron Ronnie Peterson y Carlos Alberto Reutemann. El primero porque sábado y domingo ganó por muerte clasificación y carrera, en un estilo de manejo que se sostiene en una cuerda. Que da la impresión que va a salir volando en cualquier momento, y al mismo tiempo sin dibujar trayectorias raras: con elegancia; con esa suficiencia que sólo al desafiar las fuerzas físicas pueden exhibir los elegidos. El santafecino, que el sábado festejaba el cumpleaños de su hija, Cora Inés, decidió darle un regalo. Presente que no sólo compartió él con su familia, sino del que por fuerza participaron todos aquellos que ven en su mesurado y firme accionar los seguros resultados de la constancia. Con un BT 30 de mayor peso, rigidez afectada por un año de uso y un esquema de suspensiones que da una décima de ventaja, Reutemann trabajó en Francia con una parsimonia, una seguridad propia de los que saben que llegó el momento. Razones tenía: ya el jueves, sin ajustar relaciones de caja y ablandando el motor, se bajó conforme con el propulsor que Gianni Pedrezzani le había entregado el miércoles. El viernes, su tarea fue mucho más proficua y con el auto adaptado al circuito coronó la jornada con un, tiempo de 210"7/10, 3"2/10 por debajo de lo hecho el da anterior.
Eso sólo bastaba para demostrar que Reutemann es, como lo dijera Francois Cevert una vez más en Ruán: "Uno de los mejores de la categorla, sin dudas. Candidato a ganar por sus condiciones. No es ningún ingenuo y hay que emplearse a fondo cuando lo sigue a uno". También, la jornada de clasificación decisiva sirvió para que el Novamotor de Pedrazzani desechara la teoría de Héctor Staffa. director técnico del equipo, para el cual todos los motores son iguales. Casualmente, cuando Reutemann logra años luz de diferencia con sus rivales, a juzgar por el segundo que le sacó a Niki Lauda el sábado, es propulsado por una maquina a la que, Novamotor aplicó su' "service". Jamás un motor Lucas le habia permitido aspirar a tener seguras sus posiciones. Estos son confiables, no se rompen, pero carecen de la nerviosidad necesaria para hacerse respetar Rouen es un circuito trazado sobre rutas que unen pequeñas villas de la campiña normanda. Un alarde de suaves lomadas repletas de bosques y césped, con los campos sin separación alguna por alambrados. Ante el estupor de las escasas vacas Charolais que asomaban tras el follaje que rodea al escenario de 6.200 metros, se largó la batería inicial, con Ronnie Peterson en la vanguardia, Allí quedó solo desde el viraje en la curva del Nuevo Mundo. Más atrás, y durante las 16 vueltas que duró la batería, Niki Lauda, Jean Pierre Beltoise y Tim Schenken se sacaron chispas en un tándem diabólico que dice de las agallas necesarias para poder mantener el ritmo en un circuito veloz y sinuoso como, el de Les Essarts. Lauda, con sólo 22 años, pudo separarse luego de sus seguidores, apoyado en innegables condiciones que le permitieron tolerar los trucos de Beltoise, con Pygmée y Tim Schenken, con el BT 36 de la Rondell Racing. cuyo rendimiento fue mucho menor de lo esperado. Una breve llovizna impidió a Peterson establecer un promedio aceptable, aunque de todas maneras ese hubiera sido menor que el tradicional para el circuito, ya que los organizadores colocaron dos chicanas en las curvas del fondo, para evitar que los monoplazas desarrollasen su máxima velocidad y comprometer de esa manera la seguridad de los conductores, ante el paisaje rural que bordea la pista. Para la segunda serie cesó de llover y se secó el piso. Reutemann partió en primera fila, del lado de la cuerda, junto a todos aquellos clasificados en puestos pares, según los tiempos del Sábado durante dos circuitos lideró el pelotón, y junto con Cevert se alejaron netamente del resto. En seguida. Cevert aprovechó las 10,200 vueltas de su Cosvvorth-Pedrazzani y lo pasó al argentino que sólo empleaba 9.800 revoluciones de las 10.000 que podía alcanzar. A ese ritmo. Cevert se colocó a cinco segundos de Reutemann y este a su vez, tomaba igual diferencia respecto de Dieter Quester, Graham Birrell y Graham Hilll, en una actuación bastante discreta. Los tres marcharon trompa contra cola toda la batería. Quester extrajo lo máximo posible de su BMW, provisto por la fábrica con inyección Kugellischer. Birrell demostró que sus brillantes actuaciones de la F 3 pueden repetirse, en la F 2 y Hill hizo lo que pudo con su Brabham extraoficial, que no rendía de acuerdo con sus prestigios. La partida para la final se arregló de una manera muy francesa, singular. Los organizadores, con un criterio que no supieron explicar, decidieron la formación de partida de acuerdo con la serie que habla disputado cada uno de los 18 corredores clasificados, asi, Carlos Reutemann cuyo tiempo en su batería había sido menor que el de Peterson, ganador en la suya, fue relegado a segunda fila por el lado de la cuerda, cuando el sentido común indicaba que es el registro, el que establece prioridades para esta clase de disyuntivas. A Quester le sucedió lo mismo con Lauda, que había sido 10 segundos más lento que él, y Hill partió desde la quinta fila. Todos los perjudicados habían corrido en la segunda instancia. O sea que se daba prioridad al que había largado antes, sin importar el tiempo. Al término del primer giro, el casco azul metálico de Peterson y el rayado de Cevert aparecieron cien metros por delante del de sus rivales. El blanco y azul de Reutemann ya le llevaba 50 metros a otro grupo que formaban Niki Lauda, Tim Schenken, Dieter Quester, Graham Hill y Graham Birrell. Todos ellos marchaban rueda a rueda, y la chicana, antes de los boxes, hicieron saltar los neumáticos varias veces, al morderlos con sus rodados para doblar más ceñidos. El sueco y el francés se empeñaron en una lucha a muerte, aunque se hizo evidente que Peterson lo dejó pasar al volante del Tecno en una vuelta, para retomar la vanguardia nuevamente en otra. Así se mantuvieron pegados, rueda a rueda, mientras Reutemann se afirmaba en un tranquilo tercer puesto. que cuidaba, efectuando la carrera más lógica que sus posibilidades le podían dar. Sin embargo. en la séptima vuelta se le engrana el diferencial a Cevert y sale espectacularmente de pista. Un principio de incendio es sofocado con espuma blanca. pero el piloto local sale ileso de su maquina. De ahi en más. Peterson paseó mirando al numeroso público ubicado en las tribunas naturales del bosque. Su fenomenal escapada se debió a que empleó para este circuito las Firestone lisas de compuesto YB 24, que permiten ganar en velocidad maxima,. debido a su menor resistencia al rodamiento. Sin embargo, estos neumáticos se emplean en circuitos muy veloces, como el de Monza. En Rouen, varios volantes las probaron y descendieron espantados de sus máquinas. Así nació el "Peterson está loco, loco". El sueco, con las gomas sin dibujo, doblaba a mas de 250 kmsh. totalmente cruzado, debido a la menor adherencia del neumático, y jugando con su integridad física en cada momento. Cevert pudo seguirlo al principio porque los hermanos Pedrazzani hacen los motores más potentes. Reutemann y el resto de los volantes rodaron sobre las Firestone YB 24, pero con dibujo: sólo el rubio y aguerrido puntero del campeonato de F 2 se atrevió a usar los neumáticos diabólicos.
Detrás del santafecino Quester, Lauda. Schenken y Hill cambiaban posiciones constantemente. Pero jamáslo podían alcanzar. Ahora, recién, el medio mecánico del argentino estaba a la altura de sus habilidades. Con el segundo puesto asegurado. la fugaz alegría de pasar a la punta del torneo se apoderó de la gente del equipo. Pero la fortuna dijo no. En la vuelta 10 se suelta uno de los resortes que tensionan la guillotina de la inyección Lucas. para que cierre cuando se desprende el acelerador. Para compensar la demora de cierre de gases, el argentino debe levantar antes en las curvas. Así, en el mismo giro en que el núcleo comandado por Schenken lo alcanza, y sucede lo insólito se corta el orificio donde enganchaban esos dos resortes de retorno del acelerador y entonces, con la máquina a pleno pulmón, el argentino debe efectuar una maniobra desesperada para no irse de pista, corta la llave de contacto, y hasta que se hace cargo de la situación lo pasan. La falla es un caso único hasta el momento porque el orificio efectuado en una placa en el extremo trasero, sobre la tapa de la guillotina, jamás se ha rajado soltando los resortes. Eso le ocurrió a Reutemann cuando tenía posibilidades de concretar lo que con tanto ahinco e inteligencia buscara.
Rouen-Les-Essarts