
DETALLE DE LA CARRERA
Imagínese un circuito al estilo de Jarama, imagínese 30.000 personas apiñadas en torno de sus tres kilómetros, a varios de los mejores pilotos del mundo exigiéndose al máximo a si mismos, imagínese quince vueltas iniciales con cuatro autos pasándose constantemente unos a otros: imagínese, también, una lucha que en más de una oportunidad se jugó en base a centésimas de segundo. Imagine todo eso y pronto se dará cuenta de que la carrera de Fórmula 2 internacional disputada en Taruma, Brasil, fue , uno de los mejores espectáculos que ofreció la categoría en 1971. Sin embargo, toda esa multitud que fue al autódromo "gaúcho" no pudo disfrutar el éxito de un compatriota. Mucho menos pudo retirarse feliz ante el trágico accidente que costó la vida al italiano Giovanni Salvatti. Del mismo modo y por esta última razón, tampoco el equipo argentino pudo festejar su segunda victoria del año, como hubiera sido de desear. Es que la Fórmula 2 como la mayoría de las categorías del mundo, es una gran familia en la que todos se conocen. Salvatti era uno de sus integrantes, que, por su ascendencia latina y facilidades de idioma, se hizo querer rápidamente por todos los sudamericanos. Por eso, su muerte consternó a todos, le puso un candado a la euforia argentina y transformó en tragedia lo que hasta minutos antes habia sido una autenlica fiesta. Fiesta porque la carrera se planteó desde el comienzo con el trámite mas áspero que se puede imaginar. Porque los tandem de varios autos estuvieron a la orden del dia, porque una jornada espléndida (tal vez demasiado esplendida por el sol radiante que invadía todos los sectores de Tarumá acompañó la jornada, porque un espectáculo realmente de primera fue el resultado quo arrojó la suma de todos estos factores. El panorama se presentó interesante desde el comienzo, ya que problemas en hombres de punta abrieron más posibilidades al resto del plantel que invade Sudamérica actualmente. En los días previos (entrenamientos y pruebas de clasificación), la suerte decidió ponerse abiertamente en contra de los tres máximos aspirantes al triunfo. El viernes Peterson hizo un trompo y chocó contra un guard rail en la horquilla del fondo, mientras Emerson Fittipaldi, igual que su hermano Wilson, quedaban de espectadores ya que los motores de sus autos, dejados en San Pablo para algunas reparaciones menores, no llegaron a Porto Alegre. Haste alli, pintaba inmejorable para Reutemann, qua ganaba experiencia sobre el circuito y establecia lo que al cabo de dos dias enteros de pruebas quedaría como el tercer mejor tiempo.
Ruesch por su parte, también se lucia con buenos registros. Pero el Sábado, la cosa fue mucho peor para todos. Un bielazo de esos que no se empardan dejó casi partido en dos el Cosworth Novamotor de Reutemann a mitad de la primera sesión, en tanto al comienzo de la segunda Peterson también regresó a pie a los boxes por estropicio feo en la planta motriz, que igual que "Lole" debió cambiar para el Domingo. Al mismo tiempo, los Fittipaldi brothers no daban en la tecla ni con la tenida ni con el rendimiento de los motores. Mil veces pararon en boxes y mil veces volvieron a salir ensayando las trompas mas extrañas que uno puede imaginar y varios experimentos con las tomas dinámicas que en Formula 2 también se usan sobre las trompetas de inyección (Reutemann utilizó por primera vez la suya en Tarumá el Sábado sin notar incremento alguno en la performance). Con tal panorama, Tim Schenken no tuvo inconvenientes para encaramarse, por pocas décimas en el primer lugar de las pruebas de clasificación y, por ende, en el sitio de la cuerda de la primera fila de largada. El saldo deudor de todo este movimiento anterior a la prueba en si no debe causar asombro. La gente de la F2 sabe que cuenta con posibilidades parejas y el que no arriesga no gana. Es realmente reconfortante ver cómo se prodigan todos en busca de los limites, de las trayectorias ideales de curva y de mil detalles conexos de "las carreras de verdad", en las que la unidad y calidad entre el hombre y la máquina deben aproximarse mucho a lo ideal para obtener buenos resultados. El esfuerzo en procura de ello (a veces desmesurado) es el que suele fomentar las visitas a los guard rail y los "parates" definitivos de algunos motores. De todos modos, las cosas pintaban igualmente bien para Reutemann. Nadie dudaba de que si su motor no se hubiera roto hubiese bajado varias décimas su tiempo del viernes, conseguido en la novena vuelta. Ello, probablemente, le hubiera reportado el mejor registro que, sin duda, hubiese reflejado con mayor justicia el trabajo que cada uno realizó en la pista. La carrera, como ya quedó expresado, tuvo un trámite sumamente árduo. Un trámite que dejó realmente "palmado" a más de un piloto. Es que Tarumá es un circuito que exige un tremendo desgaste físico del conductor. El trabajo de caja es incesante, y si a estas dificultades natas se le suman más de treinta grados de calor, se tendrá un panorama más exacto del esfuerzo que demandó la carrera. A pesar de ello, los muchachos de la F2 se prodigaron plenamente desde la primera vuelta. Reutemann ganó en el pique de la batería y se zambulló primero en el amplio curvón de la izquierda en que termina la recta de boxes (allí ocurrió el accidente de Salvatti). Tras él, 19 autos que por supuesto, no están en América del Sur para hacer circo sino para correr de verdad. A partir de ese momento se vio claramente que la carrera sería para uno de estos cuatro pilotos: Reutemann, Peterson, Emerson Fittipaldi y Schenken. Ellos formaron un atractivo trencito de cuatro vagones que en ningún momento descarrilaron a pesar de viajar al limite. Las posiciones se mantuvieron hasta que, a las diez vueltas, Peterson coronó con éxito su constante asedio al argentino. Empero, en el giro 14, Reutemann demostró que está en el mismo nivel de los tres que lo seguían,y recurriendo a una maniobra de corte excepcional, se "chupó" al sueco luego del curvón inicial para aprovechar la succión en la zona de frenaje de la horquilla. Allí salió violentamente hacia la izquierda y "se le mandó", a Peterson por dentro. Éste se sorprendió,y Emerson Fittipaldi ni corto ni perezoso, se coló detrás de "Lole", dejando al hombre de March tercero ante el estallido de entusiasmo de Tarumá en pleno. En la curva siguiente, prácticamente se decidió la carrera. Peterson, sin duda tocado en su amor propio quiso volver a pasarlo a Fittipaldi por dentro; los dos autos doblaron juntos y se tocaron levemente, pero lo suficiente como para que Reutemann pusiera los metros necesarios de ventaja que impedirían a sus rivales de turno "chuparse" tras él. Esos Segundos que Sumó allí, serían decisivos en la suma de tiempos final: Luego Peterson abandonaría con el motor recalentado y Schenken pasaría a Emerson para iniciar una persecución en pos de Reutemann que podría haber tenido éxito si la serie hubiera durado las 36 vueltas previstas inicialmente, en lugar de las 30 que en definitiva se corrieron. "La verdad es que la carrera está más para Schenken que para mí. Yo hice mi mejor vuelta en la última girando en 1'031"11/10, y Schenken se me acercó. Eso quiere decir que está para ganarme." De este tenor reflexionaba Carlos Reutemann entre la primera y segunda batería. Como de costumbre, no estaba errado. La manera en que Schenken se había acercado al argentino en las últimas vueltas fue alarmante. Muchos pensaron que "Lole" había levantado el pie del acelerador, pero estaban equivocados. El mismo lo confesó luego: "No levanté en absoluto, al contrario, anduve más rápido y Schenken se me acercó igual. ¿Te das cuenta por qué te digo que todo está- para que gane él? Para colmo, hacia el final de la serie comenzó a fallarme un engranaje de quinta y el cambio se saltaba". En contraposición a este pequeño problema de caja que afrontó Reutemann, Schenken exhibió la multiplicación más acertada que se vio en Tarumá. Eso le dio el mejor tiempo el sábado y lo convirtió en candidato suyo al triunfo, a pesar del medio segundo que el argentino le había sacado al termino de la batería. El final, si bien no era previsible, ofreció ciertas pautas que estaban dentro de lo que era dable suponer. Fittipaldi salió a hacer el gasto para no defraudar a su público: Schenken, a tratar de guadañar la diferencia que le llevaba Reutemann, y éste a no perderle pisada al australiano para mantener, precisamente, su ventaja. Así giraron casi toda la serie hasta que sobre el final, coincidiendo con un alejamiento de Emerson, Schenken abandonó en momentos en que la suma de tiempos lo colocaba primero con un segundo de ventaja, con respecto al argentino. Así accidente de Salvatti de por medio, se arribó a un final electrizante en el que Reutemann se erigió vencedor por menos de tres segundos, rubricando una de sus mejores carreras del año. Las razones del triunfo pueden resumirse en la utilización, precisamente de esa garra que tanto se le criticó. Porque esta vez Reutemann mandó desde el comienzo, se aguantó a tres graduados de Formula 1 como Peterson, Fittipaldi y Schenken, a sus espaldas, y los contuvo, y cuando el sueco los pasó, le devolvió la gentileza sin hesitar, con autoridad, con fuerza. "Estos cuatro y Cévert —dijo Héctor Staffa refiriéndose a Reutemann, Peterson. Schenken, y Emerson Fi-ttipaidi— son los mejores pilotos del mundo para el futuro." Sin duda, muy errado no está. El resto acompañó bien. Fue extraordinaria, por ejemplo, la carrera de Carlos Pace. "No sé por qué, pero en este circuito siempre me "salen las cosas bien", diría luego.En la batería inicial fue cuarto, y en la segunda, tercero luego de quedar último en la largada. También se lució Ruesch, que a pesar de problemas con un espárrago, del motor, en la serie inicial fue octavo cuando podría haber sido sexto. En la segunda iba séptimo cuando la rotura del radiador de aceite lo retrasó a los últimos puestos primero, y lo obligó a abandonar después. También se destacó Salvatti. que estuvo quinto al principio y quinto al final, en el momento del accidente en que murió .Lamentablemente, fue la mejor y última carrera de su vida. En suma, con el rugido del ultimo motor, Tarumá quedó más silencioso de lo que hubiera sido de desear. En las tribunas, en los boxes, la derrota del ídolo local (Emerson) y la muerte del italiano pusieron un manto angustioso que en ningún momento la carrera mereció. En el box argentino no hubo festejo. Junto al podio, varios trofeos y tres coronas de laureles esperaron en vano a sus dueños. Es que el final fue tan triste que ni siquiera hubo coronación...
DETALLE DE LA PISTA
Taruma

El Autódromo Internacional de Tarumã es un circuito ubicado en Viamão, Brasil.