"Oscar Cabalen"

FECHA: 21-11-1971 - POSICIÓN: 2 - CATEGORÍA: Torneo Dos Mundos Formula 2 Europea



DETALLE DE LA CARRERA

 

Parece mentira cómo una categoría puede ofrecer espectáculos tan dispares en un plazo de apenas siete días. Quienes tuvieron oportunidad de presenciar la excepcional carrera de Tarumá en Brasil no podían creer que quienes estaban evolucionando ante sus ojos el domingo pasado en Córdoba, fueran los mismos actores de entonces. Sólo el color de los autos y las inconfundibles e intransferibles genialidades de algunos pilotos (Peterson, Reutemann, Schenken y los hermanos Fittipaldi) identificaban a esta troupe con la de la semana anterior. El resto fue todo distinto. Desde la disposición del pelotón en la pista hasta el ruido de los motores sonaba diferente. Empero, hubo algo que, inesperadamente, también estuvo dado dentro de lo visto en la carrera anterior: la lucha que por la victoria sostuvieron Carlos Alberto Reutemann y Tim Schenken. El duelo que mantuvieron casi a lo largo de las 70 vueltas tuvo ribetes muy similares a los de Tarumá, la diferencia estribó en que el desenlace del argumento, esta vez, se invirtió: en la carrera brasileña ganó Reutemann luego que Schenken abandonara faltando una vuelta, cuando había descontado la diferencia que el argentino le sacara en la primera serie y ganaba la suma de tiempos. En Córdoba ganó Schenken, luego que Reutemann se retrasara faltando pocos giros cuando ya había descontado tres segundos de los cuatro y medio que el australiano tenía en su favor después de haber ganado la batería inicial. "Acordate lo que te digo. Esta carrera será sensacional. Vas a ver cómo corren todos los autos juntos, chupados, aprovechando lo veloz del circuito. Va a ser una carrera cómo las que se dan en Monza: donde corren todo el tiempo todos juntos y llegan diez autos en dos o tres segundos." Más o menos con estas palabras varios entendidos presagiaban el trámite de la competencia cordobesa Razones para suponerlo así no faltaban: la Fórmula 2 es una especialidad sumamente pareja que, en trenzada sobre circuitos de corte rápido, puede ofrecer eso y mucho más. Sin embargo, pocas veces tantos se equivocaron tanto: la carrera del "Oscar Cabalén" fue una de las más monótonas y menos espectaculares ofrecida por la categoría este año. 

Cuando al fondo de la recta larga que sigue a la de boxes una humareda blanca envolvió el pelotón de punta denunciando la rotura total del motor de Ronnie Peterson en la segunda vuelta; cuando cinco giros más tarde Emerson Fittipaldi entraba en boxes; cuando poco después lo imitaba su hermano Wilson, todas las promesas de espectáculo quedaron para mejor oportunidad. Allí se acabó la carrera que mantuvo interés ante la posibilidad siempre latente de que Reutemann alcanzara la punta en perjuicio de Schenken. Pero con Peterson y los dos Fittipaldi de a pie,las genialidades y el mayor talento ya descansaban en los boxes y no deleitarían más a los asombrados cordobeses que el Sábado no podían creer cómo el sueco y los dos brasileños enderezaban curva tras curva, bajando holgadamente la barrera de los 200 km/h para una vuelta y todos los récords del circuito. "Casi más no llega nadie", acotaba un colega cuando faltaba poco para el final. Su reflexión resultó atinada, sin duda. Con más del 50 %. de los participantes en los boxes y un Reutemann que pasaba con un audible rateo en su motor, el panorama no era nada halagüeño. Empero, tanta debacle conjunta tiene sus explicaciones Evidentemente, a esta altura del año los chasis y los motores sienten el desgaste de una dilatada campaña que los congregó a razón de Domingo por medio en los circuitos de todo el mundo. El cansancio se hizo notar más en esta categoría en su incursión sudamericana, en la que, por permanecer lejos de sus centros de producción, los autos fueron siempre reparados de apuro, con elementos reacondicionados por hombres que, en su mayoría, no son los especialistas o creadores de los mismos. Si a eso sumamos que fueron cuatro carreras disputadas en otros tantos Domingos consecutivos, se tendrá una idea más exacta del panorama que presentaba la categoría para la prueba cordobesa. A pesar de todo, la competencia agradó a los ojos de los espectadores ávidos de una expresión automovilística de categoría internacional. La escalada de Reutemann desde el sexto hasta el segundo lugar en la primera serie, las vueltas que Lole punteó en la segunda, el duelo que Carlos Ruesch sostuvo con Jarrier en la parte inicial y el segundo y tercer puesto que ambos argentinos hilvanaron en definitiva, fueron elementos que dejaron satisfecho al público, aunque la fórmula dos brindó, en Córdoba, un espectáculo que estuvo el 50 por ciento por debajo de lo que está capacitada para ofrecer. 
Aunque salvo Reutemann y Schenken, la plana mayor de los superdotados de la especialidad quedaron fuera de combate, hubo actuaciones individuales dignas de destacar. Para el caso, resalta la del brasileño José Carlos Pace que, repitiendo su excepcional labor de Tarumá, donde de último pasó a tercero en la segunda serie, circuló con soltura en el pelotón de vanguardia al principio para terminar punteando varias vueltas en la batería final, hasta quedarse definitivamente por rotura de un pistón. También resalta la labor del francés Jean Pierre Jarrier, que con un estilo muy vehemente realizó una primera serie excepcional corriendo siempre en el límite y robándole a Ruesch el quinto puesto en dicha batería en la última vuelta. Claro que, para entonces, el argentino luchaba con un problema de caja que hacia que saltaran la cuarta y la quinta velocidad, hecho que lo retrasó bastante. De la mitad del pelotón para atrás fue reveladora la performance de Luiz Pereira Bueno, quien en su segunda carrera en F 2, transitó con dignidad en medio del segundo grupo con una solvencia y velocidad realmente sorprendentes. Por último, merece tenerse en cuenta lo hecho por Néstor Jesús García Veiga quien, a pesar del bielazo con que coronó la carrera, mostró una rápida adaptación al March 712 M ex Pescarolo, perteneciente a Frank Williams, que el organizador puso en sus manos previo pago de 1.500 dólares. Siempre circuló, pero sobre el final aventajó fácilmente al brasileño Ronald Rossi,y estaba dando alcance a Francois Migault y Spartacus Dini. Más allá del resultado, su debut en esta disputada F 2 actual quedará como una de las experiencias más apasionantes de su campaña. 
El triunfo de Tim Schenken lo coloca inequívocamente dentro del grupo de punta de la categoría. En Taruma, donde venció Reutemann, estaba para ganar y abandonó cuando faltaba una vuelta. En Córdoba, con la suerte que le faltó entonces, no tuvo inconvenientes para mandar, con llamativa autoridad, casi desde el comienzo. Claro que queda la duda de lo que hubiera pasado de haber tenido que vérselas directamente con un Peterson o un Emerson Fittlpaldi que, sin discusión, eran los candidatos más serios a la victoria. No obstante, su trabajo sobre la pista fue impecable. Fuerte, seguro, mostró gran ritmo y un auto veloz e impecablemente multiplicado: algo para lo que parece tener singular habilidad. Reutemann, por su parte, iba camino a convenirse en favorito cuando el Viernes, luego de dejar el mejor tiempo del día, se fue de pista y deterioró su Brabham contra el guard rail de la curva 3. A partir de allí, auto y piloto no fueron los mismos. Algunos atribuyeron el bajón a la influencia sicológica de la "piña", pero Héctor Staffa, director técnico del equipo argentino, aclaró las dudas: "El motor de Reutemann no tira tanto como el de "Rueseh esta vez", dijo el Sábado. Entonces, los dos hombres del ACA estrenaban nuevas plantas motrices con respecto de las del Viernes. La de Reutemann era la misma que hace dos meses lo llevara a la victoria en Hockenheim. Ahora, convenientemente reacondicionada por Novamotor, al igual que la de Ruesch, no rendía a la altura de aquella oportunidad. Finalmente, se optó por reemplazarla por la de Tarumá para la carrera. Todo iba bien hasta que la unidad también hizo públicas sus serias fallas con un sonoro rateo que lo privó a Reutemann de la vanguardia en la segunda serie y, probablemente de un triunfo letal, ya que descontaba la diferencia que le había sacado Schenken en la batería de apertura. 
En cuanto a Ruesch, usufructúo convenientemente su condición de local. Su quinto puesto del Sábado y su tercer puesto final del Domingo conforman su mejor labor del año dejando abiertas excelentes esperanzas sobre su futuro internacional. Como cordobés, salvó el prestigio de su provincia, empañado por una opaca organización que genero reiteradas protestas de los extranjeros. El hecho debe llamar a la reflexión. Sin duda, la iniciativa del Córdoba Automovil Club de hacer F 2 internacional en el autódromo Oscar Cabalén merece un caluroso aplauso. Pero de la misma forma debe censurarse la improvisación que reinó en casi todos los ordenes, una improvisación que, lamentablemente, puede deteriorar la imagen que en materia organizativa ha ganado el país en los últimos años. De todos modos, el saldo no podía haber sido más positivo. Si bien la carrera quedaba en manos de Tim Schenken, Reutemann y Ruesch fueron sus escoltas, y a su vez quedaron coronados campeón y subcampeón de esta disputada Copa Dos Mundos que el domingo llegó a su fin. El podio que los tres mencionados compartieron al final ante una multitud enfervorizada, premia con creces los esfuerzos que el equipo (muchas veces criticado) realizó durante el año más duro de la F 2 internacional por llevar el prestigio del país hasta los escaños más altos del automovilismo mundial.

DETALLE DE LA PISTA

"Oscar Cabalen"

Córdoba